jueves, 26 de marzo de 2015

Rata blanca


A cada vuelta del tambor de la lavadora los billetes iban destiñendo. El color tenía ya un tono más realista y el desgaste que el centrifugado produciría en las fibras de papel haría el resto. Una vez secos solo un experto prevenido podría distinguirlos. Pero otra vez, cuando el reloj volvía a marcar 3:03 para finalizar el programa, el agua se fue tornando carmesí. En pocos segundos el ojo del aparato mudó a un opaco rojo sangre, como el de una rata blanca. Entonces recordó que mientras retorcía los dedos de su socio para hacerse con las planchas, este expiró con una desconcertante carcajada.

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