lunes, 10 de abril de 2017

¿Por qué no puedo escribir un relato posmoderno sobre la chica que cayó a la piscina aquella noche?



La propuesta de escribir un cuento posmoderno sobre otro cuento posmoderno que además no he leído, me resulta en principio abrumadora. Corrijo, he leído lo suficiente (medio párrafo) para hacerme una idea (distorsionada por supuesto) del estilo e intención de su autor, así que he decidido escribir sobre por qué no puedo escribir un cuento posmoderno. Y usted pensará, ¡que más da! total el texto no tiene que tener un sentido, no tiene que interpretarse ni someterse al corsé de las normas establecidas, no tiene que agradar, la estructura es inexistente y si al lector no le gusta (incluso si a ninguno le gusta) puede uno pasar el primer examen como un pre autor incomprendido o falto de reconocimiento, manifestar sin rubor alguno que para apreciar la esencia de este relato es necesaria no una lectura, sino cientos, si, hasta que el lector descubra en el texto una lógica, un argumento y un estilo del que carece el relato, y el propio autor, encumbrándolo entre sus más selectos y cercanos colegas como otra víctima del mercado, de una sociedad de consumo consumida en su ignorancia, del analfabetismo extensivo, de gran superficie. Y el reconocimiento post...mortem, claro. Tendré que morir, no, mejor suicidarme, ¿que es la muerte sino un pequeño sacrificio, el tránsito necesario hacia la inmortalidad? Lo ideal seria el alcohol, pero requiere de mucha dedicación y tengo el hígado demasiado sano, el ahorcamiento y el tajo en vena me dan grima, las drogas no, pero en pastillas, las agujas me asustan, ¿y la receta, donde las consigo? Demasiado complicado. Y todo para tener veinte reseñas y doce lectores, ser un autor referido y no leído. Un mito. Pero me estoy yendo por las ramas, y como me decía papa, siempre fui muy dado a escatimar amputaciones a la hora de podar la morera del jardín. Sin miedo hijo, me decía, las necesita, como lo necesita ahora el texto. Sin miedo, claro, pero el no está en esta tesitura, ni se ha saltado todas las clases del taller dedicadas al cuento, al clásico, al moderno, al posmoderno y al cubista.... Hasta esta tarde no sabia que eran tres ni sus diferencias, así que lo mismo en este ejercicio estoy escribiendo un cuento clásico, pues clásico era el encargo y no hago sino seguir de forma cronológica el proceso ¿creativo? Podría resultar moderno porque en él se muestro la subjetividad del autor, su lucha interna, sus contradicciones, transmitiendo esa la mezcla de agobio y sarcasmo que genera la ignorancia. Ahora, que si logro olvidar que soy yo el que imagina esto, el que teclea la tableta en este tiempo y espacio, que este se ha generado espontáneamente, o que se trata de un hallazgo casual y milagroso, un archivo oculto de origen desconocido que podría ser de..... Entonces si, alguien podrá decir (no sin un amplio debate, varias tesis y discusiones sobre el mestizaje y las influencias) que esto puede ser un cuento posmoderno.


Por donde iba. Si, por la chica que cayó a la piscina aquella noche. Nunca estuvo allí. 

Tarea: Intentar un cuento posmoderno tomando como base La chica que cayó a la piscina aquella noche, de Rodrigo Fresán.

Un día perfecto para el Pez Plátano (alternativo)


El juez del distrito se personó en el hotel apenas una hora después de producirse el disparo. Su cuñado, el jefe de policía, lo llamo tras colgar al gerente del hotel, y llegó, sin afeitar y con la corbata mal anudada para proceder al levantamiento del cadáver. No hay nada como una muerte violenta para movilizar a un pueblo de provincias, aunque sea en domingo.
En recepción le indicaron el número de la habitación y que tenía una llamada de Nueva York. El recepcionista le Extendió el auricular del teléfono como pidiendo socorro. Hizo caso omiso y se plantó en la habitación  507.
El cuerpo estaba a los pies de la cama y una lluvia de gotas de sangre cubría las sábanas, a excepción de una inmaculada silueta de mujer. En ese momento se abrió la puerta del baño y apareció el cuerpo de la silueta envuelto en una bata de seda rosa y una toalla blanca en la cabeza. Al acercarse se besó los labios para unificar el carmín rojo sangre, y lo dejó ahí, en el aire.

Buenas noches señor inspector, Soy Muriel, su mujer ¿en que puedo ayudarle? dijo mientras se miraba las uñas con satisfacción.

Tarea: Cambiar la voz narrativa del texto Original de Salinger