miércoles, 28 de julio de 2010

quién vive

lágrimas en la lluvia II



Rick Deckard (Harrison Ford) ha cumplido con su parte del trato. En una sola noche ha retirado a los cuatro pellejudos infiltrados. El es un simple policía y solo cumple órdenes. Eso es lo que se repite cada vez que aprieta el gatillo, cada vez que mata, que termina con una vida, aunque sea artificial. Por eso le cuesta mirarse al espejo, por eso vive solo, por eso bebe más whisky del que debe.

Su superior, Bryant, una especie de Torrente con tirantes no le ha dado opción: o los retira o deja de ser policía (“si no eres poli, no eres nada”). En este trabajo no existe objeción de conciencia. Claro que siempre puede renunciar, como hizo en su día desligándose del cuerpo de Blade Runners. Desconocemos su experiencia anterior y el motivo de su excedencia, probablemente los anteriores pellejudos no eran tan perfectos, tan humanos, quizás no desarrollaban pensamientos propios ni eran capaces de soñar. Tampoco eran solo máquinas. Nos encontramos ante un protagonista que antepone el trabajo a su moral, algo por lo demás bastante común, aunque opuesto al arquetipo del protagonista/héroe de película de aventuras a quienes nos tiene acostumbrado nuestro amado Harry y más cercano al investigador de cine negro del que ya hablé en si me tocas te mato.

Todo ha cambiado esta noche, una de sus victimas le ha perdonado la vida y se ha apagado ante sus ojos. Una replicante de la que está enamorado le espera en casa y tiene dudas sobre su propia identidad. Ahora, consciente de su bajeza tiene sin embargo una excusa para vivir (una esperanza en sentido laico). También para huir.

El lacayo Gaff (genial Edward James Olmos) le recuerda que ha de acabar también con ella, la replicante descubierta por el propio de Deckard en la Tyrrel, la mujer/máquina a la que ama:

- Lástima que ella no pueda vivir, ¿pero quien vive?

Con ello entronca la caducidad de los replicantes con la vida humana, entre las que no existen diferencias. La vida como una sucesión de experiencias es la misma para ambos. 4 años es poco tiempo de vida para un humano, mucho para una mosca, pero un humano artificial no deja de ser un humano, piensa como tal, por mucho que parte de sus habilidades y recuerdos sean implantados. Ahora, como diferenciar entre los implantados y las experiencias reales es otra cuestión. El propio Deckard tiene dudas, ¿y si el mismo fuera un ángel exterminador creado para terminar con otros de su especie? ¿y las fotografías que pueblan su piano, no parecen muy antiguas?¿necesita engañarse?, y luego está lo del unicornio, claro.

Cuando tienes un recuerdo de una criatura que no existe te planteas ciertas cosas. Es real porque lo has visto, es una experiencia propia y verdadera. Ahora, si ese animal solo existe en fábulas y cuentos tienes un problema. Ahora bien ¿alguien puede fiarse de sus propios recuerdos?. Yo, personalmente no estoy seguro de unos cuantos. Durante el sueño interiorizamos experiencias ajenas, historias que nos han contado, películas o libros que hemos visto o leído, los propios sueños, y los asumimos como propios. Se convierten en nuestros propios recuerdos. Luego, un buen día descubrimos que no, que una peli o un libro no es exactamente igual que lo recuerdas, que no fuiste tu quien inventó el chiste de la vaca, o que aquella chica nunca te miró de esa manera. Con el tiempo lo asumes y entiendes, el cerebro funciona así: los recuerdos anteriores a los 3 o 4 años son fruto de nuestra imaginación y parte de los posteriores también. Lo cual nos hace llegar a una inquietante afirmación: no puedes afirmar que tus propios recuerdos son reales, o cuanto menos exactos, y si esos son los que te definen como persona, los que han moldeado tu carácter o te han hecho tomar ciertas decisiones ¿puedes estar seguro que eres quien crees ser?.

Hoy puedes decir que eres mamífero, intrauterino, un homo sapiens. En ese futuro, ¿como distinguirse de ellos, por el ombligo? ¿Y si también eso está creado genéticamente?. Aún así no parece suficiente alteración para una nueva especie. En cuanto a la presencia o no de ombligo, además de Kyle XY existe un jugoso precedente en Cromosoma 3 (1.979), del gran David Cronemberg, solo para cinéfilos sin prejuicios y con algo de estómago.

Lo del unicornio, por lo demás tiene su miga. Scott lo incluyó la escena en el montaje del director (1.992), pero lo rodó tres años después de la primera versión (de 1.982), y pertenece a su película inmediatamente posterior Legend, de 1.985. De hecho no dudo que aceptara el guión de esta solo para poder rodar la escena. Yo creo más al director, pues casa mejor con el origami que deja Gaff como recuerdo de su presencia e indulto. Los críticos se cebaron en su momento, no solo por el hecho de usar un corte de otro filme sino también por entender que la historia perdía fuerza si el propio Deckard era su vez otro replicante, desluciéndose la contraposición humano-deshumanizado versus organismo-humanizado. En cuanto al primer pero hay que recordar que el propio estudio impuso un final (semi) feliz incluyendo un corte de El Resplandor (The Shining) de Stanley Kubrick antes de los créditos y una voz en off para explicar mejor la trama y justificar/humanizar al protagonista. En cuanto a lo segundo, tampoco es que los humanos reflejados en ese futuro (a un paso de que aparezca wall-e) sean muy distintos a los seres biomecánicos, de hecho ya hemos comentado que superan a los humanos en todo, también en empatía, quizás más por demérito de su modelo.

Os dejo un enlace con la escena (the dream) a ver que os parece el unicornio y las fotos:


Cierto es que se pierde parte de la esencia del filme, pero se deja la puerta abierta a muchas más interpretaciones. Así cada uno puede sacar sus propias conclusiones, hacer su Blade-Runner particular. Creo que ese es uno de los grandes aciertos de esta película. De hecho, al revisarla recientemente no solo no ha perdido su fuerza sino que es si cave mejor.

Dos apuntes más para terminar:

1: Eldon Tyrrel es más que un Dr. Frankenstein, es un Dios, el creador de una vida más perfecta que la humana, el Nexus 6. Su lema: Más humanos que los humanos. El problema de crear algo tan perfecto es que inevitablemente te supera, y eso supone tu fin. Eldon no solo es el padre de Roy, es su amante, la manifestación viva de todos sus anhelos. La lucha padre hijo acaba inevitablemente con la muerte del progenitor. La síntesis de la procreación acelerada de forma abrupta.

2: Es hora de morir (time to die): pronunciada en dos momentos del film tiene sin embargo connotaciones antagónicas. León como amenaza previa antes de acabar con Deckard, actitud por lo demás lógica: matar al verdugo esta justificado, ¿o no?. En labios de Roy es a la vez testimonio y testamento en el que se funde la desesperación por su próxima muerte, la resignación ante un fin inmediato y conocido, el perdón y la esperanza de vida que regala a su rival.