miércoles, 21 de abril de 2010

mon bête



Érase una vez…..
Un viejo comerciante arruinado, viudo, con tres hijas y un hijo adicto al juego. Dos de ellas presuntuosas y vanidosas, y la menor, Bella, además de bella, humilde y bondadosa (como la Cenicienta). Cierto día llegó la noticia de que uno de los barcos del mercader había llegado a puerto con mercancías. Sus dos hijas mayores le pidieron que les trajera joyas y vestidos, pero Bella le pidió únicamente una rosa.
Ese simple deseo, el más inocente y humilde, el único que es capaz de satisfacer el pobre progenitor, conllevará sin embargo su ruina, pues la rosa tiene dueño, y ese dueño es una bestia (refinada eso si), un pobre príncipe mago atrapado en un cuerpo de león por influjo bajo una oscura maldición. Por cortar una rosa de su jardín obligará al progenitor a entregarle su vida o a una de sus hijas. Bella, sintiéndose responsable se entrega a la bestia, quien ante su belleza, cae rendida a sus pies y la cubre de atenciones. El sufrido cautiverio fuerza el conocimiento mutuo, brota el ¿amor? y, como todo cuento que se precie, tiene su vivieronfelicesycomienronperdices*
No es cuestión de desvelar la historia, por lo demás conocida, sobre todo gracias al enorme éxito de la adaptación de La Bella y la Bestia (The Beauty and the Beast, 1991 de Gary Trousdale y Kirk Wise) de los estudios Disney. Esta no deja de ser una adaptación musical de este clásico del cine francés, del que toma gran parte del argumento, pero que difiere en el enfoque (más infantil y alegre) y en mala uva.
La Bella y la Bestia (la Belle el la Bête) es una película francesa, una joya del cine, escrita y dirigida por Jean Cocteau, nada menos que en 1.946, pero con un diseño de producción, fotografía vestuario y decorados que ya quisieran muchas películas contemporáneas. Como único pero se le puede reprochar que los diálogos y las interpretaciones pequen de afectadas y forzadas, quizás por el origen teatral del director, aunque no desentonan con el tono onírico de la obra. No en vano no deja de ser un cuento de hadas o fábula ejemplarizante, aunque sobre ello tengo mis dudas. Aquí os dejo un enlace con una pieza de esta joya, con el deseo de que os vicie lo suficiente para buscar el original para visionarlo con deleite:
El director, Jean Cocteau fue poeta, novelista, dramaturgo, diseñador, autor de libretos y director de cine francés, cuya versatilidad, falta de convencionalismo y enorme producción le proporcionaron fama internacional. Estuvo asociado con el movimiento surrealista y su obra ejerció gran influencia en la de otros muchos escritores. Conoció a Apollinaire, Picasso, Modigliani y otros artistas con los que colaboraría e influiría. A pesar de sus éxitos en prácticamente todos los campos artísticos, Cocteau insistió en que era ante todo un poeta y que todas sus obras eran poesía. Esta película es muy buen ejemplo de ello.
Leyendo el párrafo anterior observo un paralelismo entre Cocteau y Buñuel. Creadores polifacéticos rodeados de artistas con los que establecían relaciones simbióticas, que vieron en el cine una forma de expresión artística alejada del espectáculo y el puro entretenimiento. Estos (y otros), con su experimentación (a veces hermética, como toda obra de arte que se precie) contribuyeron a la consideración del cine como un arte como independiente, y no una mezcla de varios. Hoy, es cierto tenemos el videoarte y el cine comercial, tan alejados entre si en propuestas como cercanos es estímulo (nulo).
Cocteau adaptó para el film un cuento de hadas tradicional europeo que se recopilado ya en 1.550, pero que tiene sus orígenes en la tradición oral y cuyo argumento se remonta a la Grecia Clásica. De entrada, el cuento simboliza la animalidad integrada en la condición humana, pues en muchísimos mitos y cuentos populares se habla de un príncipe convertido, por arte de hechicería, en un animal salvaje o en un monstruo, que es redimido por el beso y el amor de una doncella. La bella y la bestia ha sido interpretada como la llegada de una niña a su mayoría de edad y a su sexualidad (Concebido el amor de su padre, como un amor puro, la niña percibe la sexualidad como algo perverso, y todo hombre que sienta un deseo sexual hacia ella es una bestia). Supongo que la variante batracia del príncipe encantado no encaja en el perfil, más aún si es capaz de cambiar de sexo, aunque ahí la historia ganaría en enredo y actualidad, ¿no creen?. Creo que quien eligió la rana lo hizo simplemente por asco.
También se ha interpretado como crítica a los matrimonios por conveniencia. La unión de una chica joven, con un hombre mucho mayor que ella, sin su consentimiento. Aunque el cuento critica estas prácticas, al mismo tiempo reivindica que, si las mujeres buscan en el interior de sus ancianos maridos, pueden encontrar al ser bondadoso que se esconde tras la apariencia de Bestia. O que ellas mismas consigan esa transformación por medio de su amor.
El cuento también se puede situar en un contexto psicológico. Los hombres suelen ser pasivos; Bella siempre es pura y virginal, y su mayor deseo es una rosa. Para griegos y romanos, la rosa era el símbolo del placer, asociado al lujo y a la extravagancia. Representaba la flor del amor y el romance. Resalta el amor de Bella hacia su padre, al pedirle que le traiga una rosa. Cuando el padre cae enfermo y moribundo, se puede interpretar como que el amor de Bella ya no es hacia su progenitor, sino hacia la Bestia.
Yo, cuando la ví por primera vez, a los 16 o 17 años, una madrugada en la 2 y en versión original subtitulada, quedé subyugado por la historia y la puesta en escena. Me pareció una bella historia de amor envuelta en el mejor de los recipientes. Veinte años después reconozco que la esa impresión cambia, pero no deja de sorprenderme. Es lo que tiene revisar buenas películas, pues cada vez que las ves descubres algo nuevo, o la interpretas de distinta forma según tu estado de ánimo o experiencias. Así que toca analizar algunos pasajes:
Sorprende que el deseo más humilde de la hija más modesta y servicial traiga como consecuencia la desgracia y casi la muerte del padre amado, y que la ruina de este coincida a la postre con la liberación y fortuna de esta. Si refleja el deseo de emancipación de los hijos y el dolor de los padres ante su marcha, no lo hace de forma ejemplarizante, sino que se nos muestra la realidad mediante una metáfora. Si, es cierto que bella siente pena por su padre, pero no duda en dejarlo atrás con las arpías de sus hermanas para emprender un próspero futuro con el príncipe.
Es cierto que Bella se termina enamorando de la Bestia, pero no queda del todo claro que lo haga tras descubrir su maravilloso interior. De hecho parece que queda encantada por las atenciones que le dispensa. Agasajada con joyas, vestidos y manjares, la cárcel-castillo se convierte en su hogar, y solo le aflige saber que su padre está enfermo. Renuncia a la libertad por la comodidad, podría decirse. Es más, durante su estancia en el castillo Bella le recuerda una y otra que la aprecia si, pero como un buen amigo, pues es una bestia y como es un ser horrible no puede amarlo (vamos, como en la vida real). De hecho vuelve al castillo no por amor sino en cumplimiento de la promesa dada y ante la certeza de su pronta muerte. Solo cuando se transforma en un bello príncipe es capaz de proponerse a amarlo.
En cuanto a la Bestia, ¿siente verdadero amor por Bella?. Cuando propone al padre como medio de salvación la entrega de una de las hijas no parece importarle su aspecto, formación o personalidad. Es un ser bajo una maldición, solo y sin autoestima. La llegada de Bella supone un cambio total en el castillo. Tiene a alguien con quien convivir (por la fuerza) y a quien colmar de atenciones. Su vida ya tiene un sentido. Si es así lo mueve más la necesidad, el miedo a la soledad, que el amor. Si por el contrario queda fascinado por su belleza, su amor no deja de ser material, se mueve por el deseo de su cuerpo, por sus hermosas facciones. ¿Se llega a enamorar del interior de Bella?, Si desde la primera noche suplica matrimonio para poder romper la maldición, parece que sus motivos no son tampoco del todo honestos.
La Bestia es muy refinada, viste de forma principesca y habla con un francés muy cultivado (mejor verla en VOS), pero por la noche no puede reprimir sus instintos animales. Mientras Bella no puede salir de su habitación, único lugar donde se encuentra a salvo. Son claras las referencias sexuales en este punto, en el que la Bestia se debate entre el deseo (animal) y la razón (hombre). Para mi el mejor momento de la película es cuando Bella le cuenta que solo pueden ser amigos y la Bestia, en ese mismo momento siente un ansia irrefrenable de comerse un tierno cervatillo que corretea por el bosque, o quizás a la misma Bella (¡cuantos habrán sentido ese impulso!).
Cierto es que el hombre es representado muchas veces como una bestia a la que le cuesta reprimir sus instintos, pero también es cierto que esa bestia ha sido domesticada por la belleza femenina. Bella trata a la Bestia como una mascota, como a un animal salvaje que solo ella logra refrenar, y la bestia se siente a gusto en su rol pasivo. No es extraño que cuando vuelve al castillo grita: Mon bête! (MI bestia). Véase si no esta película o cualquier otra que represente el mito del hombre lobo. Aquí les sugiero unas cuantas: En compañía de lobos (The company of wolfes, Neil Jordan, 1984), Lobo (Wolf, Nike Nichols, 1994) o Un hombre lobo americano en Londres (An american werewolf in London, John Landis, 1981).
No quiero, ni por asomo, pasar por reaccionario o misógino por expresar mi opinión sobre la historia que nos cuenta esta película. Un día te das cuenta que los cuentos infantiles con los que nos hemos desarrollado a lo mejor no son tan edificantes o instructivos como nos creemos. Si los valores que los inspiran han quedado obsoletos, ¿Por qué se siguen empleando para educar a las nuevas generaciones?. Si un cuento narra bajo subterfugios la realidad más oculta de la cultura europea medieval, constituye una lectura apta solo para adultos juiciosos con gusto por la arqueología. Sin embargo nos hemos criado con ellos y forman parte de nuestra forma de ser, aún cuando van en contra de nuestras convicciones. No es extraño escuchar aún hoy que los hombres se sienten atraídos por la belleza de las mujeres y las mujeres por el dinero de los hombres, que estas esperan su príncipe azul y ellos a la mujer de rasgos (y formas) perfectas, que el marido es un fanfarrón que hace lo que dice su esposa, etc…Que tales afirmaciones estén tan arraigadas puede deberse bien a que el modelo es fiel reflejo de la realidad y es intemporal, o bien a una deformación provocada por una incorrecta educación basada en modelos de conducta equivocados. Espero sinceramente que sea únicamente por este último motivo.
Finalmente, para nota y solo para los más iniciados: existe una ópera compuesta por Philip Glass en 1.994 en base a los diálogos del filme y que fue interpretada en directo durante la proyección del filme, a semejanza de la antiguas películas de cine mudo. Para quienes como yo no pudimos disfrutar de su representación en directo existe una versión editada en DVD que he podido bajarme de la red (gran invento, mal que le pese a la Sgae). Por cierto, que como nadie se ha molestado en subir ninguna escena de esta versión a Youtube os dejo la obertura con imagen fija (hay otra opción: un friki con tiempo libre ha colgado una versión interpretada por clicks de Famobil, así que quien quiera que busque, suerte) .