domingo, 18 de septiembre de 2011

Kung Fu-tbol




Con este título no pretendo homenajear a esos grandes del futbol como De Jong, Pepe, Marcelo, Cantona o Migueli. Todos con una calidad y sacrificio encomiables, pero que pasarán a la historia por sus patadas, y no al balón. Acciones todas más propias de un arte marcial chusco que de un deporte de masas.

Aquí podéis ver una selección de estos gráciles movimientos acrobáticos: De Jong vs Xavi Alonso, Pepe vs Alves, Cantona vs espectador y Barça vs Athletic. Todas ellas lances del juego, todas justificables por sus seguidores. ¿Seguidores de que deporte?.  

Pero no. Es solo una excusa para hablar de Shaolin Soccer (Siu lam juk kau, 2.001). Una comedia  que mezcla artes marciales y fútbol (el sueño de todo leñero). Está  co-escrita, dirigida y protagonizada por Setephen Chow, un famoso actor/cómico/cantante de Hong Kong, que posteriormente se dio a conocer en occidente con Kung Fu Sión (2.004). Probablemente casi nadie habrá oído hablar de este ya clásico de la comedia oriental, pero en su momento fue el mayor éxito de taquilla de Hong Kong, y eso es mucho, porque esa  industria no es pequeña. No es extraño, por ello, que entre sus más visibles influencias encontremos el cine de Bruce Lee y sobre todo de Jackie Chang.  

Tenemos una mezcla interesante: Kung Fu, doctrina Shaoling (pequeño saltamontes), Fútbol, denuncia social, efectos especiales y mucho sentido del humor. No se puede decir que sea una película más, desde luego.  Os paso a contar de que va:

Sing  es un maestro del Kung Fu al que no le van muy bien las cosas. Su objetivo en la vida es promover las bondades del Kung Fu para mejorar las habilidades de la vida cotidiana y las relaciones sociales, pero por el momento solo consigue ganarse unos céntimos recogiendo basura. Tras probar con la canción y el baile con resultados más bien discretos, se cruza con el gran Pierna Dorada, otrora galáctico del futbol (de Hong Kong) y hoy casi mendigo. Este ve potencial en el chaval, quien de una patada hace orbitar su lata de San Miguel y la manda a la otra parte de la ciudad para destrozar un muro (si no, más o menos como Cristiano). Esa es la clave , que mejor forma de potenciar el Kung Fu que con el éxito en el Deporte Rey. Solo ha de convencer a sus cinco hermanos para formar un equipo para ganar el Campeonato Nacional (obviamente ha de ser un Open) y embolsarse una buena cantidad de millones. Así que Pierna de Acero, Cabeza de Hierro, Mano Vacía, Camisa de Hierro y otros que completan el equipo arrasan en las eliminatorias (40-0, etc…). Pero en la final les espera el Evil Team, nada menos, una suerte de Soldados Universales readaptados para el fútbol por el malo-malísimo de turno. No os cuento el final. Tenéis que verla, aunque no creo que haya otra alternativa a la descarga, y en versión original, que las voces son muy importantes.

Aquí tenéis el tráiler oficial de la peli. Merece la pena verlo hasta el final.

Lo cierto es que con esta peli hay que tener pocos prejuicios (siempre digo lo mismo). La historia es descabellada, algunos diálogos son risibles y los actores no son el colmo de la contención. Pero tiene unas cuantas escenas memorables, de las que te hacen rular por el suelo como un poseso. Humor absurdo en estado puro, al que perdonas con placer sus múltiples imperfecciones. Es fantástico comprobar como una idea disparatada es capaz de cobrar forma y desarrollarse de forma casi verosímil, una vez te dejas llevar. La mejor película sobre fútbol que conozco es la más alejada de ese deporte. Curioso.

Tengo unos gustos peculiares, fruto de consejos, gustos e influencias. Reconozco que algunos territorios me son conocidos; no en vano fui adicto al anime de Campeones (Captain Tsubasa) ya entradito en años, y hasta conozco algún infeliz que se lesionó intentando la catapulta infernal. Por ello no me es del todo ajena la historia y los personajes.

Algo tendrían esos dibujos para engancharnos con esas jugadas eternas y remates inverosímiles y creo tener una idea de lo que era: espíritu de superación y camaradería, lo propio en deportes de equipo, mientras sea en el ámbito amateur.



También aprecio las películas de artes marciales por su despliegue de maravillosas coreografías, su vitalidad, sentido del humor y valores sencillos, primarios. Y no se me ocurre mejor muestra que el mítico duelo entre Bruce Lee y Chuck Norris en El Furor del Dragón (Bruce Lee, 1972).

Y también me gusta el fútbol, soy del Barça pero no me considero forofo. De pequeño era del Athletic del Bilbao. Recuerdo que como buen seguidor defendí a Goiko tras lesionar a Maradona y me enfurecí con la actitud del Barça en la final de copa del Rey de 1.984. Quiero pensar que me gustaba ese equipo por su integridad, modestia y sacrificio, y no por los títulos que conseguía. Posteriormente me enamoré del Barça de Cruyff, esta vez, seguro, por su estilo de juego. Nunca me he sentido desleal por ello, de hecho creo que me empezó a gustar el fútbol con Guardiola, Laudrup y Stoitchkov. Una cosa tenía y tengo clara: nunca me ha gustado el Real Madrid.

En la escuela, en casa o con los amigos, tienes que elegir tu equipo (aquí de fútbol como en USA de Baseball) y eso determina el resto de tu vida. Está tan enraizado y es tan común que la desafección deviene en ostracismo. Respeto a quienes no les gusta el fútbol, pero no a los que se vanaglorian de no saber nada del mismo por considerarlo un entretenimiento absurdo y vulgar. Sencillamente en la vida has de tener un partido, una religión y un equipo de futbol. Tengo la sensación que dejarlo de lado es perder una conexión vital con el resto de la sociedad. Algo de lo que todos opinan, en donde todos son expertos, que provoca las emociones más extremas y donde se puede luchar sin muertos (bueno, la mayoría de veces). Porque,  ¿De qué hablarán dos desconocidos en un ascensor?:  del tiempo y de fútbol.

No puedes ni debes permanecer al margen. El fútbol es el idioma universal, el punto de unión entre civilizaciones. El gol de Iniesta, los regates de Messi y las galopadas de Cristiano son jaleadas al unísono por miles de millones de personas; sus camisetas se muestran con orgullo en Senegal y Mongolia; y una jugada hace palpitar al joven polaco y al anciano Boliviano. 

Si, existe vida más allá del deporte, las disputas siguen existiendo y las guerras persisten, pero tengo la sensación que el deporte ha venido a sustituir las pendencias entre países. Que el espíritu batallador de la tribu o el reino se muestra ahora sobre un terreno de juego, se sustituyen trincheras por estadios y medallas prendidas en el pecho por otras colgadas del cuello. Esperemos que el mundial y las olimpiadas sigan conteniendo esos patriotismos expansionistas que tanto mal han causado, especialmente en Europa.

Como es obvio todo tiende a lo simple, y una lucha de muchos siempre acaba siendo cosa de dos: Cielo e infierno, ying y yang, república e imperio, izquierda y derecha, luz y oscuridad. Igual que una final la disputan dos equipos, también aquí has de elegir: Madrid o Barcelona. No importa de qué equipo o deporte seas, al final te has de decantar por uno. Con ello obtienes tu amor y tu némesis, ese rival al que debes ganar pero también respetar, pues una cara no existe sin su cruz.

Un último apunte: Los deportistas, además de ganar, están obligados a hacernos soñar. Su objetivo último es iluminarnos con su magia, con su espíritu y esfuerzo, con su ejemplo. Un pase al hueco de Xavi o un passing a dos manos de Nadal me humedece los ojos. La cabeza de un cochinillo y una patada en la espalda, también.  
  

jueves, 11 de agosto de 2011

Roma no se levantó en un día

"Roma no se levantó en un día, pero sólo porque yo no tuve nada que ver en el asunto”.
Esta es una típica frase a Brian Clough (1935-2004), uno de los entrenadores de fútbol más carismáticos de la historia. Su arrogancia y salidas de tono lo convirtieron en una leyenda, un modelo a seguir. Bueno, también por convertir a un modesto como el Nottingham Forest en el mejor equipo de Europa, con el que llegó a ganar una Premier y dos Copas de Europa de forma consecutiva, en los años 78-79 y 79-80. Ah! y una Supercopa del 79 ante el Barcelona (Snif).

The Damned United (Tod Hooper,2009) se basa en una novela de David Peace, que narra los 44 días que Brian Clough estuvo al frente del Leeds United en 1.974, la etapa más oscura de su carrera. No es la historia de éxito y reconocimiento que podría dar un personaje así, sino la de un fracaso provocado por su carácter y el resentimiento hacia su predecesor en el cargo. Don Revie había convertido al Leeds en uno de los mejores equipos de la liga, pero tras 16 años en el cargo fue llamado a dirigir la selección inglesa. La directiva decidió sustituirlo por Clough, hasta entonces entrenador del Brigthton & Hove Albion, al que dejó, nada menos que en el puesto 19 de la tercera división.

Pero no fue contratado por los resultado de esa temporada, sino por los obtenidos en su etapa en el Derby County, que dirigió entre 1.967 y 1.973, y al que ascendió a primera división, hizo campeón en 1.972 y llevó hasta las semifinales de la Copa de Europa, donde cayó ante la Juventus tras unas polémicas decisiones arbitrales en el partido de ida, motivo por el que se despachó a gusto en la rueda de prensa. ¿Os suena de algo?. Entre declaraciones fuera de lugar, contrataciones sin el consentimiento de la directiva (especialidad personal) y desencuentros varios, dimite y se va a entrenar a otro club de tercera.

Clough odiaba a Revie desde que este no le dio la mano en un partido anterior, convirtiéndolo en el archivillano al que derrotar. Así lo primero que les dijo a sus nuevos jugadores en el vestuario fue algo tan sutil como esto: “hasta donde yo sé, podéis tirar todas esas medallas que habéis ganado estos años a la basura, ya que las ganasteis todas robando”, en referencia al juego marrullero implantado en el equipo. Total, como el mismo reconoció, intentó hacer en unos minutos lo que hubiera llevado hacer en años. (¿Cómo Camacho en el Madrid Galáctico?), y claro, fue un desastre. Tras 44 días en el cargo fue despedido, por lo que a mitad de temporada se fue al Nottingham Forest, un modesto equipo de la Segunda División.

Para su tercer año se trajo a su segundo, Peter Taylor y consiguió el ascenso. Con buen ojo ficharon retales y descartes de otros equipos y el primer año en primera (año 1.977-78) consiguieron el doblete: liga y copa (de la liga). En la 78-79 volvieron a ganar la copa y la ¡Copa de Europa!, nada menos que….al Malmo (einhg?). En la siguiente una Supercopa (al Barça) y ¡otra Copa de Europa!, esta ver al Hamburgo en el Bernabeu. No es extraño que Clough estuviera en el club durante 19 temporadas consecutivas, en las que consiguió otra copa de la liga y llegó a unas cuantas finales, manteniendo al equipo 16 años en primera. Al final se bebía bastantes más copas de las que ganaba y vino el descenso y el retiro tras la 92-93.

Aquí tenéis dos resúmenes de las finales: 1.979 y 1.980.

¿Cómo es eso posible?. Un modesto de segunda división, hecho a base de retales asciende y gana la Premier en su primer año, el siguiente gana la Copa de Europa y revalida el título un año después, ganando también la Supercopa. Convierte al equipo en la referencia en Inglaterra y Europa, todo ello sin un presupuesto estratosférico. Creo que tiene un mérito asombroso. ¿Os imagináis al Real Murcia haciendo lo mismo?. Por soñar que no quede, alguien ya lo consiguió. Claro que eran otros tiempos, supongo que tuvieron que darse una serie de circunstancias:

La primera el binomio Clough/Taylor. El primero arrogante, atrevido, visionario, excesivo. El segundo calmado, con muy buen ojo para los fichajes y con gran capacidad de aguante; ¿quién sino iba a trabajar con el Sheldon Cooper de los banquillos?. Cuando estuvieron juntos hicieron cosas increíbles, cada uno por su lado los resultados fueron más modestos. Ambos se necesitaban. Formaban un equipo perfecto, pero a la vez difícil de mantener dados sus temperamentos. Por lo que parece es difícil reconocer que el éxito no solo es cosa de uno.

La segunda, la pujanza del fútbol inglés de la época. Entre 1.977 a 1.982, las seis Copas de Europa cayeron en manos inglesas. 3 del Liverpool, 2 del Nottingham y una del Aston Villa. Ser el mejor en la Premier suponía ser el mejor de Europa. Ahora que imponerse en casa al Liverpool de aquella época también debía ser complicado. Resulta raro que ganaran al Malmo en una de las finales (lo mismo eran buenos en aquella época), el Hamburgo si lo era.

Y la tercera (y más importante), la contención y racionalidad de este deporte en aquella época. Cierto que el fútbol era el deporte de masas, se habían trucado campeonatos y decidido fichajes por mediación de estados, y un título representaba el orgullo nacional. Pero las diferencias presupuestarias y mediáticas entre equipos eran menores. Un modesto podía ganar la liga o la Copa de Europa en un buen año. Hoy eso es más difícil. Veo casi imposible que un equipo distinto del Barça o Madrid gane la Liga, o que la Champions la gane uno distinto de éstos o de los otros 5 clubes ricos que hay en Europa. Y eso es malo, muy malo.

Como en la economía, las distancias entre los poderosos y los humildes se van acrecentando debido a los derechos de imagen, los contratos de patrocinio y la cuota de pantalla. De hecho podrían jugarse entre ellos los títulos como el Mundialito (vaya nombre…). El último modesto (que no lo era) que ganó la Champions fue el Oporto de Mourinho (2.004 a otro modesto, el Mónaco). Ahora solo los grandes llegan a las finales y por lo visto la pasada campaña, cada vez es más reducido el número de grandes.

Y el caso es que no estoy disgustado, mientras mi Barça gane títulos y sea la referencia en Europa soy feliz. Creo incluso que podría serlo exclusivamente con jugadores de la cantera, lo que tiene un mérito extraordinario visto el panorama, pero a veces me dan ganas de hacerme socio del Athletic Club de Bilbao. Me da un poco de vergüenza ser seguidor de uno de los grandes, de uno de los abusones. Cierto que los hay más y con menos mérito, como el City o el Madrid, que tiran de talonario para ser lo mejor. El éxito del Barça también demuestra que es necesario tener muy buenas reservas para fichar y sobre todo criar y retener el talento. Echo de menos la lucha y el equilibrio entre los clubes, la incertidumbre y la posibilidad de soñar. Soñar que un grupo de jugadores desconocidos puedan plantar cara a los grandes monstruos en los que se han convertido las sociedades deportivas. Que cada club tenga su estrella y no una constelación, que el esfuerzo y la motivación a veces venzan al talento, que los jugadores permanezcan en sus clubes por lealtad y que los periódicos no hablen durante meses sobre el posible nuevo crack mundial que desea jugar en el mejor equipo del mundo.

Hay quien ve en Brian Clough el antecedente de Mourinho, y desde luego tienen semejanzas. Ambos han conseguido grandes resultados con sus equipos al poco de llegar, ambos son dados a las declaraciones polémicas, tienen una gran dosis de soberbia y de crítica/desprecio a los rivales, y su fuerte es la motivación. Aunque también hay algunas diferencias. Uno motivaba a jugadores normales a rendir muy por encima de sus posibilidades y otro saca rendimiento de plantillas millonarias. No veo a Mourinho entrenando a un tercera si se va a media temporada del Madrid (mirad que dijo de Pellegrini), ni ha conseguido títulos con equipos realmente modestos (Oporto, Chelsea, Inter, Madrid, ¿United?) y tampoco lo veo en el banquillo del mismo equipo 19 temporadas consecutivas. En ese sentido no es un romántico del fútbol, quiere estar en el mejor equipo para ser el más laureado.

Un dato más. El Nottingham Forest se creó en 1.865. Ha estado 56 temporadas en 1º división y 55 en segunda o tercera. Ha ganado una liga, 2 copas de Europa, 2 FA Cup y 4 Copas de la Liga. De esos, el único título que no consiguió Clough fue una FA Cup. Hoy está en segunda, desde 1.998 no está en la Premier y entre el 2.005 y el 2.008 permaneció en tercera. Parece que sin nuestro protagonista no le han ido muy bien las cosas y demuestra el mérito de lo conseguido. Ese equipo no era un grande, lo hizo grande un par de hombres.

Os dejo unos cuantos cortes del Youtube: la entrevista real entre Clough y Revie que se reproduce en el film. Uno delos vídeos del año, el famoso porqué-porqué mourinhiano original (bueno, también el de los sugus de piña) y, de regalo otro de alguien que también considero predecesor de Mourinho.

Finalmente hablaré un poco de la película, solo un poco, tampoco es una obra de arte, pero es correcta y entretenida, que ya es mucho. Está dirigida de forma solvente por Tod Hooper y con guión de Peter Morgan guionista de The Queen (Stephen Frears, 2.006) que todo el mundo dice que es magnífico, aunque en esta no se lucio mucho. El guión es bastante confuso y el personaje de Clough no está bien perfilado. Como se centra en la época mala del personaje no hay nada heroico en ella, es más bien como una película de Ken Loach con un final optimista. Pero no esta mal vistos los precedentes, y motiva para investigar sobre el protagonista. El director arrasó en los últimos Oscar con El discurso del Rey (The king’s speech, 2.010), que es bastante buena. Como tampoco esta es mala y está rodando Los Miserables habrá que seguirlo con interés.

Aquí tenéis el trailer original de la peli, y el trailer en español, mas descafeinado.
Lo cierto es que si quieres hablar de fútbol y ligarlo con el cine lo tienes complicado, porque además de Evasión o Victoria (John Huston, 1.981) y la patética serie Goal!, solo me queda esta y Shaolin Soccer (Setephen Chow, 2.001), pero esa, amigos, es otra historia. De hecho creo que hay una maldición. Parece imposible hacer una buena película sobre este deporte. Creo que el único deporte cinematográfico de verdad es el boxeo, pensadlo. Lo cual es muy raro, porque el deporte rey, el más seguido e importante del mundo, no tiene aún una película cuanto menos potable. ¿Alguien sabe porqué?. Lo mismo es porque está en boca de todos, porque todos lo sabemos todo de este deporte, porque está hasta en la sopa, porque las noticias sobre el mismo tienen más ficción que realidad, porque los entrenadores y futbolistas actúan más y mejor que los propios actores.....
La misma historia de Clough podía haber sido esa película: buen delantero retirado prematuramente por lesión se hace el entrenador más joven de la liga y en poco tiempo y en varios equipos, todos bastante modestos, consigue un porrón de títulos y se convierte en el mejor entrenador inglés de todos los tiempos y uno de los mejores de su época. Hay tema ¿no?, pues no lo hay, cuentan lo peor de su carrera, su mayor fracaso.

Y creo que se podría hacer una buena historia ligada al fútbol, que basada en hechos reales asegurara tirón y/o nostalgia en los espectadores. Pues nada, en más de cien años de historia de cine y fútbol nada de nada. Propongo una de terror basada en el Atleti, una de desenfreno, lujo sexo y drogas con el Madrid galáctico de prota, una de mafiosos compra-partidos ambientada en el norte de Italia o una especie de Guerra de las Galaxias que termine con un Mourinho agonizante confesando a Guardiola: Soy tu padre……¿A que no es tan difícil?. Se admiten ideas

sábado, 23 de julio de 2011

Propicios días





Probablemente al despertar, John Spartan se esperaba otro tipo de saludo. Propicios días, ¡venga ya!. Aturdido, solo es consciente de haber tenido un larrrrgo sueño. El sueño de la Bella Durmiente, eso sí, rebosante de testosterona y anabolizantes. El era un buen policía, un poco tosco, algo impulsivo, pero era lo que molaba en los 80’-90’. El último recurso, el arma definitiva contra los delincuentes más bestias. Pero al Demoledor se le fue la mano en su última misión, Detener a Simon Phoenix (su némesis, su archi-enemigo) tuvo consecuencias: muchas bajas civiles y una (injusta) condena a crio-prisión.

Treinta y seis años después es despertado. Simon Phoenix se ha “escapado” de la crio-prisión y en una sociedad donde se ha desterrado, entre otras cosas, todo rastro de violencia, el es único que puede neutralizarlo. Y de eso va la peli, de perseguir y matar al malo a palos mientras destrozas la ciudad. Pero, también hay más cosas: del Gran Hermano o poder absoluto, del poder de los medios, la lucha de clases, de exceso de regulación versus autonomía de la voluntad, la reinserción social, etc. Y si elevamos algo más el tono, de la necesidad de la violencia (guerra) como fuerza catalizadora necesaria para obrar el cambio en las sociedades estancadas en la auto-complacencia, el fuego de Heráclito de Éfeso.   

Demolition Man, fue dirigida en 1.993 por Marco Mambilla y producida por Joel Silver. Está protagonizada por Sylverster Satallone, Wesley Snipes y Sandra Bullock. Sobre el papel estos datos desanimarían a cualquiera. Actores de perfil medio-bajo, un director sin caché (solo dirigió en 1.997 la olvidable Exceso de Equipaje) y un productor especializado en cine de consumo de masas (Arma Letal, Jungla de Cristal, Matrix, El último Boy Scout…no suenan mal) Entre sus atractivos, la música, que corre a cargo de Elliot Goldendthal, y una gran canción de Sting (de idéntico título). Bueno, eso y el sexo virtual, las tres conchas, y ver a Stallone haciendo molde.... eso no tiene precio. Una curiosidad: como en esa época yo era asiduo a la Fotogramas recuerdo que un desnudo integral y frontal de Sylverster trajo mucha cola, nunca mejor dicho, y no solo por su dimensión, sino también por su comparación con una de sus primeras pelis, una porno llamada El Potro Italiano, y el debate entre retoque, estiramiento o gimnasio duró lo suyo (de las cosas chorras que se acuerda uno, madre mía).

Aquí os dejo el video del trailer original, orientado exclusivamente a fans de la acción y que no hace justicia a la peli y la escena de las tres conchas, uno de los mejores momentos. Una pena que no estén en español, pero supongo que os hacéis una idea.

Puestos a buscar antecedentes se habla de Un mundo Feliz de Huxley (el personaje de Sandra Bullock se apellida Huxley), en la posterior La Isla (M. Bay 2.005 también de un relato de Huxley), pero para mí no deja de ser un remake de El Dormilón (Sleeper 1.973) del gran Woody Allen: una sociedad aséptica contra unos neo-hippies revolucionarios, un personaje del pasado fuera de sitio, el Orgasmatrón (¡que momento!), y todo 20 años antes, con menos músculo, pero con Diane Keaton. 
 
El caso es que cada vez que incluyo esta película entre mis favoritas noto en mis interlocutores (más o menos cinéfilos) cierta sorpresa o recelo. Me ocurre lo mismo con El último Gran Héroe (John McTiernan, 1993) y El Último Boy Scout (Tony Scott, 1.991). Todas son cintas de acción, más o menos paródicas y realizadas en un período de tres años. Tienen la gran virtud de reírse de sí mismas y, de paso, de sus potenciales espectadores. Juegan con las convenciones del género, y ese juego se convierte en la propia razón de ser de la película. Ello las convierte en una suerte de películas malditas: van mal en taquilla, pues no son del gusto de los consumidores habituales del cine de acción (algunos hasta se dan cuenta que son objeto de mofa) y los prejuicios la alejan de los cinéfilos (extremistas y/o moderados). Por ello también van mal en notas y en número de estrellitas de los críticos, pues obviamente ni Marco Mambilla es Antonioni ni Stallone es Brando. Una suerte para nosotros, que disfrutamos como bellacos de un subgénero minoritario, pero tremendamente divertido y refrescante. Además, he de reconocerlo, me encanta la cara que pone la gente cuando hago referencia a esta y a las otras entre películas de Bergman o Dreyer….

Vuelvo a la historia. El Dr. Raymond Cocteau (gran Niguel Hawthorne, fuera de sus más serios papeles habituales) se ha convertido en el alcalde y gurú de San Ángeles (Refundación de media California) y ha conseguido imponer su doctrina basada en que una sociedad en paz es una sociedad feliz, y para ello hay que desterrar todo sentimiento pasional o extremo, y con ello lograr una sociedad sin violencia, aséptica: así la única música que se escucha son viejos jingles infantiles, pues no contienen sentimientos de odio, pasión, amor o tristeza; todos los restaurantes son Pizza Hut (ganador de la guerra de franquicias); se destierra todo tipo de insulto o frase soez, que es castigado por el Estatuto de Moralidad Verbal; Son ilegales entre otras cosas, el alcohol, la cafeína, los deportes de contacto, los juguetes no educativos, la carne, picantes y los alimentos poco saludables, la sal de mesa y el tabaco, por ello la comida es de origen estrictamente vegetal y está elaborada principalmente a base de soja y algas; Las armas de fuego sólo se puede ver en los museos; El contacto físico fue reconocido como el causante de la propagación de enfermedades de transmisión sexual en épocas pasadas y ahora es visto como inusual. El sexo ya no es un acto físico por las mismas razones, e incluso los besos están prohibidos. En cambio, el placer de tipo sexual solo se permite mediante el uso de simuladores de sexo ("Vir-Sex"); La procreación de hijos se realiza en un laboratorio, tomando muestras de ambos padres, se cultiva el feto y se le va capacitando en habilidades acordes a su perfil genético…..Ah, y Arnold Schawarzenegger convertido en presidente de los Estados Unidos, gracias a la eliminación del requisito de ser estadounidense por nacimiento (que le pregunten a Obama ).

En la sociedad del futuro la delincuencia ha sido prácticamente erradicada y sus habitantes viven conforme a su programación de nacimiento con base a características predeterminadas. Los valores de la sociedad han sufrido un proceso de infantilización, ya que sus habitantes prácticamente carecen de maldad a priori, así como de libre albedrío. El motivo: sucesivas oleadas de anarquía y violencia extrema y grandes epidemias casi acaban con la humanidad. Por tanto, Cocteau refundó la sociedad con base a su proyecto de edén terrenal que se convertiría en San Ángeles.

Y parece que no tiene bastante con eso, en argot policial, le ha salido un grano en el culo. Hay un sector de la sociedad que se niega a plegarse al sistema (Los Despojos). Marginados, se hacinan en las alcantarillas, se alimentan de desechos y mueren presa de las infecciones, pero presumen orgullosos de su libertad, de vivir con tabaco y colesterol, y de morir de cáncer o ictus. Desechos sí, pero más chulos que un ocho. Como sabe que la libertad puede ser un virus muy infeccioso, decide tomar medidas: Simon Phoenix. Así mientras Spartan recibía terapia resocializadora (que incluye hacer calceta) durante 30 años, a Phoenix se le instruye para ser un arma de destrucción masiva para terminar con los líderes rebeldes. El problema es que en una sociedad meliflua no hay medios para parar a un súper-villano de los 80’-90’ y este puede acabar con todo. En su labor no estará solo: dos destrozan más que uno, y hasta que logre retirarlo, Spartan también reparte lo suyo. Y al final receta de machote para sentar las bases para el futuro: tú te limpias un poco, tú te ensucias y poco y ya vamos tirando…

Y el caso es que no veo la historia tan desencaminada. Hoy 18 años después del estreno de la película, estamos más cerca de ese modelo de sociedad: edulcorada, aséptica, anestesiada, callada. Se limita la libertad del individuo en su propio beneficio. No se le permite fumar, no se asegura a quien come de más, cualquier comentario puede acabar el juzgado, cada vez hay más temas tabú, la música cada vez es más infantil, la soja gana terreno a la leche... Veinte años más y me veo insultando a un multómetro para conseguir papel higiénico, fijo.

Hoy a lo mejor no estamos sometidos al juicio divino, pero sí al de la administración sancionadora y al valorador de riesgos de la hipoteca. Yo no fumo, llevo una alimentación más o menos sana y mis inclinaciones políticas son bastante moderadas. No me gusta el humo como no me gusta ver expresiones de enaltecimiento a ETA o a Franco, que se intente reescribir la historia, que la gente pierda la vida en las carreteras o que cada semana muera una mujer a manos de su pareja. Pero también tengo cierto recelo de alguno de los medios empleados para contenerlo, de la deriva que llevamos. Reconociendo que la ley de partidos a debilitado a ETA y su entorno no puedo dejar de verla como un bozal a la expresión ideológica. Cierto que hay que proteger el derecho al honor, pero es hoy este se ofende con tanta facilidad que evidencia la cota a la que se encuentra. Nos obsesionamos con la violencia y el sexo que horadan el cerebro de nuestros hijos para justificar una conducta basada en un déficit de atención y de educación. Se justifica la discriminación por sexo por política criminal y el principio de oportunidad, pero puede también llevar a un repunte de la violencia de género por agravio comparativo. El miedo a las epidemias y al terrorismo nos ha hecho una sociedad temerosa, a meced de los especuladores y demás aprovechados, posibles causantes de las mismas. En cuanto a la religión no parece que a ninguna se le exija un sello de calidad que asegure su no toxicidad y parecen gozar de carta blanca en base al principio de libertad de culto. Llevamos camino de convertirnos en una sociedad cobarde y acobardada, con miedo de los microbios, las bombas, los tipos de interés, la prima de riesgo, los transgénicos, la polución, las hormonas, las sustancias cancerosas, la carretera, los hijos, la pareja, los políticos, las palabras. Una sociedad con tantos miedos no puede ser una sociedad libre, y estará siempre a merced de oportunistas.  

Y luego están Los Despojos, que hoy podríamos asimilar a Los Indignados o Los del 15-M, quienes a lo mejor no saben muy bien lo que quieren, no se encuentran muy organizados, pero protestan, porque tienen claro que esto tiene que cambiar. Yo también lo creo. Ante una sociedad occidental que se desplaza peligrosamente hacia la destrucción por culpa del capitalismo salvaje, las buenas maneras y la autocomplacencia, es necesaria la protesta, saber que hay alternativas, que no toda decisión se acatará sin más.

Ahí está la esperanza. No solo en el hecho de que exista un movimiento ciudadano que cuestione y se oponga a los mercados, las políticas y los Loddies, sino y más importante, que el sistema demuestra síntomas de debilidad. Movido por su desmesurada codicia ha puesto en peligro su subsistencia. Ahora es cuestionable. Solo espero que no se deposite esa esperanza en el caudillo de turno. Mal andaríamos.



miércoles, 15 de junio de 2011

oh capitán, mi capitán



El profesor Kipling no olvidará ese momento. El homenaje espontáneo de sus (ex)alumnos más fieles. Todos ellos sobre sus pupitres, todos ellos en aptitud desafiante, desde su posición de privilegio, esa que permite ver el mundo con otra mirada. Al profesor Kipling le quedará eso: una débil semilla en un ambiente inóspito. Con toda seguridad todos retomarán sus monótonas vidas, según lo establecido. Alguno se perderá en el camino, aplastado por los convencionalismos. Quizás sea más un deseo que una convicción, algo que le permita seguir educando según sus principios; que no se equivocó; que el suicidio de ese alumno no fue culpa suya. Cierto, este podía haber muerto de aburrimiento siguiendo el manual de literatura del instituto, pero no se habría puesto la pistola de su padre en la sien de no haber sido por esa semilla. Otra vez esa maldita semilla…..

Si algún despistado no sabe a que me refiero os dejo un par de enlaces de Youtube:



Si esta escena y esta película están aquí es por un buen motivo. Quizás no sea la mejor película de la historia. Quizás no se encuentre ni siquiera entre las mejores de su director, el gran Peter Weir, pero ninguna escena me emociona tanto (bueno, a la par que el final de Cyrano). Esto me lleva a concluir la importancia que tiene para mí el valor del reconocimiento y/o agradecimiento, y lo difícil que me/nos resulta expresarlo.

Según la Wiki El Club de los Poetas Muertos (Dead Poets Society) es una película estadounidense dirigida por el director australiano Peter Weir en el año 1.989 con guión de Tom Schulman. Protagonizada por Robien Williams (en uno de sus más contenidos y convincentes trabajos), narra el encuentro de un profesor de literatura con un grupo de estudiantes durante 1.959 en una prestigiosa y conservadora academia. A través de la poesía, el profesor inspira un cambio en las vidas de sus alumnos. Ganó un merecido Oscar al mejor guión original y cuenta con una sorprendente Banda Sonora a cargo de Maurice Jarre. Además la misma supuso el descubrimiento de una nueva cantera de actores encabezados por Ethan Hawke y cuenta con una Robert Sean Leonard

Esta fue la octava película de Peter Weir (Sidney, 1944), y quizás sea la menos personal junto con la posterior, Matrimonio de Conveniencia (Green Card 1.990). Si tengo tiempo no es de extrañar que aparezcan por este blog tanto El año que Vivimos Peligrosamente (1.982), Único Testigo (1.985), El Show de Truman (1.998) o Master and Commander (2.003). Todas tienen su sello personal, en todas el extranjero, el diferente, se ve forzado a convivir entre extraños, a resultas de lo cual se produce un leve cambio en el entorno y una transformación en el protagonista.

Eso tienen en común la convulsa Indonesia de los años 60, la hermética comunidad Amish, la rancia burguesía newyorquina, la perfecta y falsa comunidad vecinal o la férrea disciplina académica de los 50. Todas son ambientes hostiles para la disonancia. Inamovibles en sus convicciones, ante ellas solo cabe la integración o el destierro, sabedoras que toda contaminación puede suponer su destrucción. Por eso el profesor ha de marcharse, al igual que lo hace el policía, el reportero, el extranjero o el protagonista del show. Se van, pero dejan su impronta, conscientes de llevar la razón y a la vez del sufrimiento que provocan en sus pupilos, que han de luchar en solitario contra la misma sociedad que antes los tutelaba.

Según la Wiki también aparecen descritos en sus filmes la orfandad de ciertos personajes y sociedades, varios caracteres opuestos enfrentados y determinados catalizadores elípticos de una acción. Por otro lado, destaca su técnica visual, muy cuidadosa, y su buen manejo con los actores. Su depurada puesta en escena favorecen esa capacidad tan personal suya de insinuar lo intangible.

Pero como casi toda buena película o historia esta es poliédrica, admite multitud de lecturas. Además de las apuntadas, la evidente del Carpe Díem, la relación entre padres e hijos y la problemática del sistema educativo.

Cierto que el profesor quiere que sus alumnos vivan el momento, que gocen de la vida antes de que esta los consuma. Este sentimiento debe transcender la resignación que llevaba aparejada la antigua concepción del Carpe Díem. No hay que aprovechar el momento, hay que prolongarlo en el tiempo, hay que sacarle el jugo a la vida durante toda la vida, y en la medida de lo posible dejar tu huella. Eso se consigue con educación. Como dice el verso de Whitman citado por Keating:

Que prosigue el poderoso drama y que tú puedes contribuir con un verso

En cuanto a las relaciones paternofiliales dejaré un solo apunte que muestra la maestría del guión de la película. El joven aspirante a actor que desafiando la férrea disciplina familiar es capaz de mirar a su padre a los ojos y dedicarle la última estrofa de Sueño de una Noche de Verano, la única forma de expresarle sus sentimientos, su subida al pupitre:

Si esta ilusión ha ofendido,
pensad, para corregirlo,
que dormíais mientras salían
todas estas fantasías.
Y a este pobre y vano empeño,
que no ha dado más que un sueño,
no le pongáis objeción,
que así lo haremos mejor.
Os da palabra este duende:
si el silbido de serpiente
conseguimos evitar,
prometemos mejorar;
si no, soy un mentiroso.
Buenas noches digo a todos.
Si amigos sois, aplaudid
y os lo premiará Robín.

En cuanto a la influencia que ejerce el maestro en la formación y educación de los jóvenes, me parece admirable (también casi imposible) esa la aspiración por que estos conozcan pero que se conozcan mejor a sí mismos, que se integren siendo a la vez diferentes, de guiar sin dirigir. De asumir también el coste que pueden acarrear sus decisiones y del poco reconocimiento que reciben, más en estos tiempos en los que los gobiernos y la sociedad se empeñan maltratar sus más valiosas instituciones, arrastrada (esperemos no sin control) por su faceta autodestructiva.

Yo no sería quien soy sin mis maestros. No soy capaz de distinguir que de ellos hay en mí o en que he podido yo influir en sus vidas, pero esa mezcla de conocimientos, actitudes y valores es la que me define y en la que me reconozco. Y lo más curioso es que aún así me sigo considerando único, al igual que lo soy a nivel molecular, compartiendo los mismos elementos que el resto de los humanos y que la mayoría de seres vivos.

Como dije, el agradecimiento es muy difícil de expresar, sobre todo si ese sentimiento es muy grande. Si debes mucho te cuesta reconocerlo. Yo estoy orgulloso de quién soy y muy orgulloso de mis maestros. No puedo expresar con palabras mi agradecimiento a Remigio, Jesús, Papá, Mama…

Por ello, lentamente pongo mi pié derecho en la silla, el izquierdo sobre la mesa y ya sobre ella, con la cabeza erguida proclamo:

Oh Capitán, mi Capitán:
nuestro azaroso viaje ha terminado.
Al fin venció la nave y el premio fue ganado.
Ya el puerto se halla próximo,
ya se oye la campana
y ver se puede el pueblo que entre vítores,
con la mirada sigue la nao soberana.
Mas ¿no ves, corazón, oh corazón,
cómo los hilos rojos van rodando
sobre el puente en el cual mi Capitán
permanece extendido, helado y muerto?