martes, 30 de marzo de 2010

ni un paso atrás


Cinco balas, cinco bajas. Desde una fuerte con una estatua dorada, casi impoluta, de unos niños jugando al corro, impasibles ante los innumerables cadáveres que se alojan en su interior, con un precario fusil de asalto y acompasando cada disparo al impacto de los morteros, comienza la leyenda de Vassili Zaitsev (Jude Law). Nos encontramos en Stalingrado, es el 20 de septiembre de 1.942.
Unas horas antes este joven pastor de los Urales, apenas un adolescente, descendía de un tren de carga de ganado atrancado con fuertes candados, análogo a aquellos con destino a los campos de exterminio nazi. Distinto objetivo y mismo resultado: la muerte
Los pocos soldados que sobreviven a la travesía por el Volga en débiles barcazas sometidas al continuo acoso de la artillería y aviación alemana, se preparan para el sacrificio. Un soldado recibe un fusil y otro un cargador de cinco balas, no hay armas para todos, bien por falta de suministro bien por exceso de bajas. Así el que lleva el fusil dispara, cuando cae quien lo sigue recoge el fusil y dispara. Miles de milicianos sin instrucción son arrojados a plaza abierta contra las líneas alemanas, profesionales, bien pertrechadas y en posición. Ninguna posibilidad de supervivencia, los que no caen por las balas alemanas lo hacen bajo las soviéticas.
El ejército rojo, que no puede equipar a los hombres que envía al frente destina sin embargo sus mejores armas en la retaguardia. Un cuerpo especial creado por la orden 227 de Stalin (conocida como la orden ¡Ni un paso atrás!), destinado a aniquilar a los pobres desdichados que osen no inmolarse por la madre patria. No hay piedad para los cobardes y los traidores. Consecuencia: ningún superviviente, al menos en apariencia, porque, ante semejante panorama a ver quien es el valiente que asoma la cabeza entre el mar de muerte que le rodea. Entre esos pocos afortunados entre miles, uno capaz de cambiar el destino de la batalla, de la guerra, de la Historia (a lo mejor me he pasado un poco, pero es lo que da a entender el filme).
Así comienza Enemigo a las Puertas (Enemy at the Gates, J.J. Annaud, 2001). En unos magníficos primeros 20 minutos nos muestra la crudeza, crueldad y estupidez de la guerra, en el resto un frío duelo entre francotiradores, una desesperada historia de amor, luchas por el poder, fama, celos, traición, propaganda militar, estrategia, política. Muerte y esperanza. No es una obra perfecta (¿Cuál lo es?), el guión tiene sus fallos, no tienes diálogos brillantes y algunas situaciones son un poco inverosímiles, pero tiene de todo y casi todo en su sitio, lo que la hace una pequeña maravilla. Aquí os dejo el enlace del trailer oficial de la peli, que resume de forma algo grandilocuente el contenido de la cinta:
Frente a las tropas y armas alemanas Rusia solo puede oponer carne. Ante el empuje alemán Stalin ordenó el sitio de la ciudad, no permitiendo la evacuación de los civiles para alentar a la milicia soviética. Las directrices las resume muy bien Khuschchev (Bob Hoskins) al general al mando: Ustedes tenían el deber sagrado de resistir. Y resistieron si, pero a que precio. En la ciudad y frente de Stalingrado fallecieron un millón de civiles y 500.000 soldados rusos, además de 650.000 heridos. 800.000 bajas tuvo el eje (alemanes, italianos, húngaros y rumanos) entre muertos y heridos. Casi tres millones de muertos en apenas 7 meses y medio (del 17 de julio del 42 al 2 de febrero del 43) en una batalla de egos. La ambición y orgullo sin medida de los caudillos termina siempre en una fosa común. Los muertos por la patria, los héroes, los salvadores condecorados, no son más que unos pobres adolescentes que intentan sobrevivir sin éxito a las órdenes de sus dirigentes. Bien es cierto que la guerra la inició un demente aupado por el resentimiento y el orgullo herido de una nación, al que necesariamente se debía frenar, ¿pero no había más opciones? A lo mejor solo Stalin podía parar a Hitler, su reflejo en el espejo, las dos caras de la moneda, su igual.
Entre tanto, el joven Vassili es aupado a la categoría de héroe gracias al Comisario de segunda Danilov, que ya tiene al héroe que necesita para elevar la moral de las tropas, sembrar la duda en el enemigo y de paso, ascender en la carrera político-militar. Las bajas de oficiales nazis precipitan la llegada del necesario antagonista, el Major König (soberbio como siembre, Ed Harris), un refinado comandante del ejército alemán con una deuda pendiente. Uno de esos malos con los que sentimos algo así como síndrome de Estocolmo. En palabras de Danilov, este enfrentamiento, entre un humilde pastor-cazador furtivo de lobos y un noble de Baviera cazador de vendados es algo más que un enfrentamiento entre dos naciones, es la esencia de la lucha de clases.
Mientras la ciudad estalla y se deshace a su alrededor dos francotiradores, dos hombres, deciden el destino de la lucha en un duelo a distancia, desde su fría mira de cristal. Y es que la muerte a distancia parece un juego, un deporte. A lo lejos no hay mucha diferencia entre un plato, un pato o la cabeza de un soldado. Es limpia, silenciosa, fría y piadosa. El infortunado no es consciente de su final, ni del motivo y ni del verdugo. El soldado es un mero cirujano que extirpa sin dolor y además puede presentar un inmaculado curriculum (entre 149 y 242 bajas acumuló Zaitsev). Recuerdo otra película, Savior (Predrag Antonijevic, 1998), en la que otro francotirador, Denis Quaid, deja a un lado la mira telescópica para involucrase en una guerra sucia, maloliente, real. El peligro de la distancia es la insensibilidad. Otra referencia. Existe un paralelismo evidente entre el encumbramiento del francotirador ruso como héroe nacional por el gobierno soviético y la mitificación del personaje (imaginario) de Freidrick Zoller, interpretado por Daniel Brühl en Malditos Bastardos (Inglourious Basterds, Quentin Tarantino, 2009)
Los dirigentes del mundo civilizado nos venden sus conflictos (el término guerra es tabú) como un anuncio de Tenn, con mayordomo incluido: misiles dirigidos, aviones espía, control por satélite y munición controlada nos aseguran una intervención rápida y limpia, con minimización del daño colateral, primero se eliminan los gérmenes sin esfuerzo y luego se pasa el algodón. Para garantizar el blanco se amañan informes, se silencia a la prensa, se ocultan víctimas, se miente. No hay demasiada diferencia entre guerras salvo su localización espacial y temporal. Esperemos que al menos estas no sean tan cruentas como la de Stalingrado (hoy Volgogrado), aunque un muerto es siempre más que un número, en Rusia, en Bosnia o en Afganistán, y la cantidad de bajas, el color de la piel o las creencias político-religiosas no hacen mas justa una causa.
Para finalizar manifestar que la película está basada en hechos reales, que Vasili Zaitsev es uno de los héroes de la extinta URSS (su fusil se conserva en el Museo de las Fuerzas Armadas de Moscú), que se le atribuyeron 242 muertes y en contra de lo que suele suceder, sobrevivió a sus condecoraciones (murió en 1991). En cuanto al duelo que se narra en la película también parece auténtico y está documentado, aunque como ocurre con los libros de historia o en los periódicos, el cine no es la realidad. De hecho pagamos para que nos mientan, nos den la razón, o nos hagan soñar.

sábado, 13 de marzo de 2010

tomare lo mismo que ella


Con esta frase finaliza una de las escenas más recordadas del cine contemporáneo. Como ha sido emitida, imitada, parodiada y homenajeada hasta la saciedad, no debería ser necesaria referencia alguna. En fin, como siempre quedará algún despistado, algún pobre infeliz que no haya disfrutado de esta maravilla, aclarar que esta frase, escena y fotografía pertenecen a Cuando Harry encontró a Sally (When Harry met Sally, Rob Reiner, 1989), la comedia de referencia de los 80/90, una de esas películas que forjan tu personalidad o forma de ver la vida (vamos, como La matanza de Texas).

Aquí dejo un breve enlace con parte de la secuencia para quien quiera ponerse en antecedentes.


Yo también pediría lo mismo, que conste. Aún siendo brillante no es, para mi gusto, el mejor momento del film, de hecho hasta le he cogido cierta manía por saturación. Parece que la película se redujera a esta única escena, y siempre tiran de ella cuando hablan de sus protagonistas. Siendo la más recordada, me parece injusto tanto reduccionismo. El caso es que debió ser una conmoción en su época, porque que en una comedia norteamericana para todos los públicos se hable de sexo, del método Stanislavsky aplicado al orgasmo, con actuación en directo incluida debió hinchar muchas venas. Seguro que hasta crearon un Lobby del estilo prodefensadelamoralylasbuenascostumbres de esos que tanto abundan en usamérica para parar su proyección.

Cuando Harry encontró a Sally es la referencia para la comedia romántica actual (al menos para mi generación, al menos para mi). Dirigida por un Rob Reiner en estado de gracia, su éxito radica en el guión de Nora Ephron. Si el primero siempre ha destacado es por su oficio (Cuenta Conmigo, El Presidente y Miss Wabe, Algunos Hombres Buenos, Misery...), y cuenta con otra joya en su haber (La Princesa Prometida, 1988), la segunda perdió su frescura e ingenio en proyectos menores nutridos a la sombra de este gran árbol (véase Algo para Recordar, Tienes un e-mail..., ambas adaptaciones/ homenajes de clásicos, también con Meg Ryan).

En cuanto a los actores, están tan bien que ha determinado el resto de sus carreras. De hecho se hace difícil ver a Willy Cristal en otro rol distinto a Harry Burns. Bueno, también es reconocida su contribución como maestro de ceremonias de los Oscars. De hecho hasta co-escribió y dirigió Olvídate de París (Forget Paris, 1995), que parece casi una continuación de esta. A mi me encanta, quizás por ser una rareza, pero si alguien logra encontrarla por ahí debería verla sin prejuicios.

Para Meg Ryan, Sally Albright marcó su encasillamiento definitivo en la comedia romántica, si bien en papeles mucho más insulsos en películas menores (salvo quizás French Kiss de Lawrence Kasdan). Y es que espectadores y lectores somos al menos un poco mitófagos. Cuando una película o historia nos llena, la entronizamos, la ponemos en un pedestal, y con ella a sus autores. Por contra no soportamos ver esas caras en otros roles (una traición a su recuerdo), tampoco nos los creemos en otro personaje (una traición a nuestra inteligencia). Para nosotros ese actor siempre será un personaje que a veces se disfraza de otro para sobrevivir, al que amamos y que solo a veces perdonamos.

Volviendo a la película y al leit motiv de esta: Los hombres y mujeres no pueden ser amigos. Para quienes no hayan visto la peli dejo este enlace y reproduzco dos diálogos de la película sobre el tema:
Año 1.977, entre Chicago y Nueva York....
H: Por supuesto te darás cuenta que nunca podremos ser amigos.
S: por qué no?
H; Quiero decir, y eso no es una artimaña de ninguna calase forma o manera que los hombres y las mujeres no pueden ser amigos, porque siempre se interpone la parte sexual.
S: estas equivocado, yo tengo muchos amigos varones y para nosotros el sexo no cuenta para nada.
H: No es cierto, solo tu crees que es así
S. Insinuas que me acuesto con todos mis amigos sin ni siquiera saberlo?
H: No lo que insinúo es que todos ellos quieren acostarse contigo.
S: No es cierto, y tu como lo sabes?
H: Porque ningún hombre puede ser amigo de una mujer a la que encuentre atractiva, siempre quiere acostarse con ella.
S. O sea, que según tú un amigo solo puede ser amigo de una mujer si no la encuentra atractiva.
H: No, tu también puedes querer acostarte con ellos
S: Y que pasa cuando no quieren acostarse contigo?
H: eso no importa, porque el sexo siempre está presente, por lo que la amistad se ve condenada, y ese es el fin de la historia.
S. Entonces tu y yo nunca seremos amigos, y es una lástima, eres la única persona que conozco en Nueva York.
.....Y 5 años más tarde, en la cinta transportapersonas de un aeropuerto:
S: Pensaba que tu creías que un hombre y una mujer no podían ser amigos
H. Yo nunca he dicho eso. Si tienes razón, no pueden ser amigos, a menos que estén comprometidos con otra persona, entonces si. Es una enmienda a la anterior regla. Si cada una esta comprometido la posibilidad de una relación entre ellos se desvanece. No tampoco da resultado porque la persona con la que mantienes la relación no entiende porque necesitas ser amigo de otro de sexo contrario ya que eso significaría que la relación adolece de algo y lo buscas fuera de dicha relación y cuando dice. “No es cierto, nuestra relación no adolece de nada”, la persona con la que mantienes la relación te acusa de sentirte atraído en secreto por otra que solo es amiga, coso que quizás sea cierta. Pero en fin, a quien queremos engañar, admitámoslo, lo que nos lleva a la regla antes de la enmienda que dicen que los hombres y las mujeres no pueden ser amigos. Quedamos para esta noche?
S: Harry, adiós
Habrá que concluir que Harry tenía razón, visto como acaba la historia. Luego un hombre y una mujer pueden ser amigos de alguien al que consideran atractivo cuando ambos están en período de entre-relaciones, no han sido ellos quienes han roto el vínculo y no se encuentran ávidos de emparejamiento, y aún así habrá dudas al respecto. La cantidad de malentendidos y sufrimiento que nos ahorraríamos en el devenir de nuestro aprendizaje emocional si las relaciones hombre/mujer se atuvieran a unas reglas cuantificables e invariables, que pudieran ser impartidas aún como asignatura optativa. Ahora, ¿en qué emplearíamos el tiempo que dedicamos a aclarar nuestras emociones?, ¿son precisamente esas heridas las que nos marcar y determinan nuestra personalidad?, ¿seríamos más felices?
Si de algo se nutre la mayor parte de las historias es de amor, sexo y amistad. Quizás porque son los ingredientes que más juego dan a un buen narrador, quizás porque son los tres elementos que nutren nuestra vida, quizás porque echamos en falta alguna de ellas o no alcanza la cota que esperábamos.
Las relaciones afectivas (amor, amistad) son esquivas y complejas, el sexo es más sincero y básico. La primera comprende a la segunda, por mucho que se intente negar (si quieres acostarte con alguien lo aprecias al menos un poco, ya por amor, por físico, por oportunidad o por simple necesidad). Si bien es mucho más sencillo identificar ese deseo que definir los sentimientos hacia alguien. Relaciones enmarcadas en el ámbito de la amistad tienen ingredientes matrimoniales, y viceversa. El amigo íntimo siente celos de la nueva pareja de su hasta ahora leal camarada; el cónyuge que lo comporte todo con su amigo/a no es capaz de ser sincero con su pareja.
El deseo de compartir toda tu vida, emociones y sentimientos con una persona se contrapone a la necesidad de mantener el entramado de relaciones que hemos tejido durante toda nuestra vida, para descubrir que estas están amarradas a puerto con lazo marinero, muy sólido si, pero que se desmadeja con un leve tirón. La corriente y la marea hacen el resto.
Un difícil equilibrio que no todo el mundo es capaz de sobrellevar, continua fuente de conflictos y discusiones. Al final habrá que hacer caso de los sabios y los profetas. Si John Lennon gritaba aquello de All you need is love y Jesús matizó la severidad del Antiguo Testamento con lo de Dios es (el) amor y amarás al prójimo como a ti mismo, habrá que concluir que el amor es una necesidad y aspiración básica para todos (un derecho de los de la sección I del Capítulo II) y que amar a alguien es desearle siempre lo mejor, aunque nos joda. Eso en la teoría claro, porque uno mira los preceptos básicos de la mayor parte de las religiones y en lo que se han convertido....Y bueno, así nos va.
Habrá que llegar a una conclusión básica:lo más importante es querer y ser querido. Porque cuando te das cuenta que quieres estar el resto de tu vida con alguien deseas que el resto de tu vida empiece lo antes posible.