A cada vuelta del tambor de la
lavadora los billetes iban
destiñendo. El color tenía ya un tono más realista y el desgaste que el
centrifugado produciría en las fibras de papel haría el resto. Una vez secos
solo un experto prevenido podría distinguirlos. Pero otra vez, cuando el reloj
volvía a marcar 3:03 para finalizar el programa, el agua se fue tornando
carmesí. En pocos segundos el ojo del aparato mudó a un opaco rojo sangre, como
el de una rata blanca. Entonces recordó que mientras retorcía los dedos de su
socio para hacerse con las planchas, este expiró con una desconcertante
carcajada.
jueves, 26 de marzo de 2015
jueves, 5 de marzo de 2015
Derecho de admisión
Seguía atrapado allí dentro y todos fuimos conscientes de ello. No le
dijimos nada ni a la policía ni a su familia. Incluso participamos en las
infructuosas batidas que durante semanas realizaron los vecinos por los bosques
cercanos. Diez años después, en el funeral tras la declaración oficial de su
fallecimiento, mientras le daba el pésame a su envejecida madre, tuve el
impulso de confesarlo todo: que fuimos nosotros, que el solo quería ser uno más
de la pandilla, y que el club no admitía más socios.
El zulo
Seguía atrapado allí dentro, y no se lo dijimos a nadie. En el zulo le
dejamos víveres para una semana y tres libros que aún no había leído. Ayer se
firmó el acuerdo que pone fin al proceso de paz y el solo será un número más,
otra víctima de guerra.
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