
Seguía atrapado allí dentro y todos fuimos conscientes de ello. No le
dijimos nada ni a la policía ni a su familia. Incluso participamos en las
infructuosas batidas que durante semanas realizaron los vecinos por los bosques
cercanos. Diez años después, en el funeral tras la declaración oficial de su
fallecimiento, mientras le daba el pésame a su envejecida madre, tuve el
impulso de confesarlo todo: que fuimos nosotros, que el solo quería ser uno más
de la pandilla, y que el club no admitía más socios.
El zulo

Seguía atrapado allí dentro, y no se lo dijimos a nadie. En el zulo le
dejamos víveres para una semana y tres libros que aún no había leído. Ayer se
firmó el acuerdo que pone fin al proceso de paz y el solo será un número más,
otra víctima de guerra.
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