Probablemente al despertar, John Spartan se
esperaba otro tipo de saludo. Propicios días, ¡venga ya!. Aturdido, solo es consciente de haber tenido un
larrrrgo sueño. El sueño de la Bella Durmiente, eso sí, rebosante de testosterona
y anabolizantes. El era un buen policía, un poco tosco, algo impulsivo, pero
era lo que molaba en los 80’-90’. El último recurso, el arma definitiva contra
los delincuentes más bestias. Pero al Demoledor se le fue la mano en su última
misión, Detener a Simon Phoenix (su némesis, su archi-enemigo) tuvo
consecuencias: muchas bajas civiles y una (injusta) condena a crio-prisión.
Treinta y seis años después es despertado.
Simon Phoenix se ha “escapado” de la crio-prisión y en una sociedad donde se ha
desterrado, entre otras cosas, todo rastro de violencia, el es único que puede
neutralizarlo. Y de eso va la peli, de perseguir y matar al malo a palos
mientras destrozas la ciudad. Pero, también hay más cosas: del Gran Hermano o
poder absoluto, del poder de los medios, la lucha de clases, de exceso de
regulación versus autonomía de la voluntad, la reinserción
social, etc. Y si elevamos algo más el tono, de la necesidad de la violencia
(guerra) como fuerza catalizadora necesaria para obrar el cambio en las
sociedades estancadas en la auto-complacencia, el fuego de Heráclito de Éfeso.
Demolition Man, fue dirigida en 1.993 por Marco
Mambilla y producida por Joel Silver. Está protagonizada por Sylverster
Satallone, Wesley Snipes y Sandra Bullock. Sobre el papel estos datos
desanimarían a cualquiera. Actores de perfil medio-bajo, un director sin caché
(solo dirigió en 1.997 la olvidable Exceso de Equipaje) y un productor
especializado en cine de consumo de masas (Arma Letal, Jungla de Cristal,
Matrix, El último Boy Scout…no suenan mal) Entre sus atractivos, la música, que corre a
cargo de Elliot Goldendthal, y una gran canción de Sting (de idéntico
título). Bueno, eso y el sexo virtual, las tres conchas, y ver a Stallone
haciendo molde.... eso no tiene precio. Una curiosidad: como en esa época yo era
asiduo a la Fotogramas recuerdo que un desnudo integral y frontal de Sylverster
trajo mucha cola, nunca mejor dicho, y no solo por su dimensión, sino también
por su comparación con una de sus primeras pelis, una porno llamada El Potro
Italiano, y el debate entre retoque, estiramiento o gimnasio duró lo suyo (de
las cosas chorras que se acuerda uno, madre mía).
Aquí os dejo el video del trailer original, orientado exclusivamente a fans de la acción y que no hace justicia a la peli y la escena de las tres conchas, uno de los mejores momentos. Una pena que no estén en español, pero supongo que os hacéis una idea.
Puestos a buscar antecedentes se habla de Un
mundo Feliz de Huxley (el personaje de Sandra Bullock se apellida Huxley), en
la posterior La Isla (M. Bay 2.005 también de un relato de Huxley), pero para
mí no deja de ser un remake de El Dormilón (Sleeper 1.973) del gran Woody
Allen: una sociedad aséptica contra unos neo-hippies revolucionarios, un
personaje del pasado fuera de sitio, el Orgasmatrón (¡que momento!), y todo 20
años antes, con menos músculo, pero con Diane Keaton.
El caso es que cada vez que incluyo esta
película entre mis favoritas noto en mis interlocutores (más o menos cinéfilos)
cierta sorpresa o recelo. Me ocurre lo mismo con El último Gran Héroe (John
McTiernan, 1993) y El Último Boy Scout (Tony Scott, 1.991). Todas son cintas de
acción, más o menos paródicas y realizadas en un período de tres años. Tienen
la gran virtud de reírse de sí mismas y, de paso, de sus potenciales espectadores.
Juegan con las convenciones del género, y ese juego se convierte en la propia
razón de ser de la película. Ello las convierte en una suerte de películas
malditas: van mal en taquilla, pues no son del gusto de los consumidores
habituales del cine de acción (algunos hasta se dan cuenta que son objeto de
mofa) y los prejuicios la alejan de los cinéfilos (extremistas y/o moderados). Por
ello también van mal en notas y en número de estrellitas de los críticos, pues
obviamente ni Marco Mambilla es Antonioni ni Stallone es Brando. Una suerte
para nosotros, que disfrutamos como bellacos de un subgénero minoritario, pero
tremendamente divertido y refrescante. Además, he de reconocerlo, me encanta la
cara que pone la gente cuando hago referencia a esta y a las otras entre
películas de Bergman o Dreyer….
Vuelvo a la historia. El Dr. Raymond
Cocteau (gran Niguel Hawthorne, fuera de sus más serios papeles habituales) se
ha convertido en el alcalde y gurú de San Ángeles (Refundación de media
California) y ha conseguido imponer su doctrina basada en que una sociedad en
paz es una sociedad feliz, y para ello hay que desterrar todo sentimiento
pasional o extremo, y con ello lograr una sociedad sin violencia, aséptica: así
la única música que se escucha son viejos jingles infantiles, pues no contienen
sentimientos de odio, pasión, amor o tristeza; todos los restaurantes son Pizza
Hut (ganador de la guerra de franquicias); se destierra todo tipo de insulto o
frase soez, que es castigado por el Estatuto de Moralidad Verbal; Son ilegales
entre otras cosas, el alcohol, la cafeína, los deportes de contacto, los juguetes no educativos, la carne, picantes y los alimentos poco saludables, la sal de mesa y el tabaco, por ello la comida es de origen estrictamente
vegetal y está elaborada principalmente a base de soja y algas;
Las armas de fuego sólo se puede ver en los museos; El contacto físico fue reconocido como el
causante de la propagación de enfermedades de transmisión sexual en épocas pasadas y ahora es visto como
inusual. El sexo ya
no es un acto físico por las mismas razones, e incluso los besos están
prohibidos. En cambio, el placer de tipo sexual solo se permite mediante el uso
de simuladores de sexo ("Vir-Sex"); La procreación de hijos se
realiza en un laboratorio, tomando muestras de ambos padres, se cultiva el feto
y se le va capacitando en habilidades acordes a su perfil genético…..Ah, y Arnold Schawarzenegger convertido en presidente
de los Estados Unidos, gracias a la eliminación del requisito de ser
estadounidense por nacimiento (que le pregunten a Obama ).
En la sociedad del futuro la delincuencia
ha sido prácticamente erradicada y sus habitantes viven conforme a su
programación de nacimiento con base a características predeterminadas. Los
valores de la sociedad han sufrido un proceso de infantilización, ya que sus
habitantes prácticamente carecen de maldad a priori, así como de libre albedrío.
El motivo: sucesivas oleadas de anarquía y violencia extrema y grandes
epidemias casi acaban con la humanidad. Por tanto, Cocteau refundó la sociedad
con base a su proyecto de edén terrenal que se convertiría en San Ángeles.
Y parece que no tiene bastante con eso, en
argot policial, le ha salido un grano en el culo. Hay un sector de la sociedad
que se niega a plegarse al sistema (Los Despojos). Marginados, se hacinan en
las alcantarillas, se alimentan de desechos y mueren presa de las infecciones,
pero presumen orgullosos de su libertad, de vivir con tabaco y colesterol, y de
morir de cáncer o ictus. Desechos sí, pero más chulos que un ocho. Como sabe
que la libertad puede ser un virus muy infeccioso, decide tomar medidas: Simon
Phoenix. Así mientras Spartan recibía terapia resocializadora (que incluye
hacer calceta) durante 30 años, a Phoenix se le instruye para ser un arma de
destrucción masiva para terminar con los líderes rebeldes. El problema es que
en una sociedad meliflua no hay medios para parar a un súper-villano de los
80’-90’ y este puede acabar con todo. En su labor no estará solo: dos destrozan
más que uno, y hasta que logre retirarlo, Spartan también reparte lo suyo. Y al
final receta de machote para sentar las bases para el futuro: tú te limpias un
poco, tú te ensucias y poco y ya vamos tirando…
Y el caso es que no veo la historia tan
desencaminada. Hoy 18 años después del estreno de la película, estamos más
cerca de ese modelo de sociedad: edulcorada, aséptica, anestesiada, callada. Se
limita la libertad del individuo en su propio beneficio. No se le permite
fumar, no se asegura a quien come de más, cualquier comentario puede acabar el
juzgado, cada vez hay más temas tabú, la música cada vez es más infantil, la
soja gana terreno a la leche... Veinte años más y me veo insultando a un
multómetro para conseguir papel higiénico, fijo.
Hoy a lo mejor no estamos sometidos al
juicio divino, pero sí al de la administración sancionadora y al valorador de
riesgos de la hipoteca. Yo no fumo, llevo una alimentación más o menos sana y
mis inclinaciones políticas son bastante moderadas. No me gusta el humo como no
me gusta ver expresiones de enaltecimiento a ETA o a Franco, que se intente
reescribir la historia, que la gente pierda la vida en las carreteras o que
cada semana muera una mujer a manos de su pareja. Pero también tengo cierto
recelo de alguno de los medios empleados para contenerlo, de la deriva que llevamos. Reconociendo
que la ley de partidos a debilitado a ETA y su entorno no puedo dejar de verla
como un bozal a la expresión ideológica. Cierto que hay que proteger el derecho
al honor, pero es hoy este se ofende con tanta facilidad que evidencia la cota
a la que se encuentra. Nos obsesionamos con la violencia y el sexo que horadan
el cerebro de nuestros hijos para justificar una conducta basada en un déficit
de atención y de educación. Se justifica la discriminación por sexo por
política criminal y el principio de oportunidad, pero puede también llevar a un
repunte de la violencia de género por agravio comparativo. El miedo a las
epidemias y al terrorismo nos ha hecho una sociedad temerosa, a meced de los
especuladores y demás aprovechados, posibles causantes de las mismas. En cuanto
a la religión no parece que a ninguna se le exija un sello de calidad que
asegure su no toxicidad y parecen gozar de carta blanca en base al principio de
libertad de culto. Llevamos camino de convertirnos en una sociedad cobarde y
acobardada, con miedo de los microbios, las bombas, los tipos de interés, la
prima de riesgo, los transgénicos, la polución, las hormonas, las sustancias cancerosas,
la carretera, los hijos, la pareja, los políticos, las palabras. Una sociedad
con tantos miedos no puede ser una sociedad libre, y estará siempre a merced de
oportunistas.
Y luego están Los Despojos, que hoy
podríamos asimilar a Los Indignados o Los del 15-M, quienes a lo mejor no saben
muy bien lo que quieren, no se encuentran muy organizados, pero protestan, porque tienen claro que esto tiene que cambiar. Yo también lo creo. Ante una sociedad
occidental que se desplaza peligrosamente hacia la destrucción por culpa del
capitalismo salvaje, las buenas maneras y la autocomplacencia, es necesaria la
protesta, saber que hay alternativas, que no toda decisión se acatará sin más.
Ahí está la esperanza. No solo en el hecho
de que exista un movimiento ciudadano que cuestione y se oponga a los mercados,
las políticas y los Loddies, sino y más importante, que el sistema demuestra
síntomas de debilidad. Movido por su desmesurada codicia ha puesto en peligro
su subsistencia. Ahora es cuestionable. Solo espero que no se deposite esa esperanza
en el caudillo de turno. Mal andaríamos.
Aquí os dejo el video del trailer original, orientado exclusivamente a fans de la acción y que no hace justicia a la peli y la escena de las tres conchas, uno de los mejores momentos. Una pena que no estén en español, pero supongo que os hacéis una idea.