El juez del distrito se personó
en el hotel apenas una hora después de producirse el disparo. Su cuñado, el jefe
de policía, lo llamo tras colgar al gerente del hotel, y llegó, sin afeitar y
con la corbata mal anudada para proceder al levantamiento del cadáver. No hay
nada como una muerte violenta para movilizar a un pueblo de provincias, aunque
sea en domingo.
En recepción le indicaron
el número de la habitación y que tenía una llamada de Nueva York. El
recepcionista le Extendió el auricular del teléfono como pidiendo socorro. Hizo
caso omiso y se plantó en la habitación 507.
El cuerpo estaba a los
pies de la cama y una lluvia de gotas de sangre cubría las sábanas, a excepción
de una inmaculada silueta de mujer. En ese momento se abrió la puerta del baño
y apareció el cuerpo de la silueta envuelto en una bata de seda rosa y una
toalla blanca en la cabeza. Al acercarse se besó los labios para unificar el carmín
rojo sangre, y lo dejó ahí, en el aire.
–Buenas noches
señor inspector, Soy Muriel, su mujer ¿en que puedo ayudarle? –dijo mientras se miraba las uñas con satisfacción.
Tarea: Cambiar la voz narrativa del texto Original de Salinger
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