jueves, 8 de enero de 2015

la reliquia


Inmediatamente pedí que cerraran la tapa del ataúd. En mi mano derecha oprimía el guardapelo que un minuto antes adornaba el pecho de Leonor Reverte. La joya de la familia, de antigüedad y valor incalculables no iba a correr el mismo destino que la última de su estirpe.

— Les puedo garantizar que nadie perturbará el descanso de su pequeña — Les dije a los afligidos padres con mi voz más piadosa. — Me encargaré personalmente de todo el sepelio. Ahora, si me disculpan...

Conteniendo un incipiente temblor pasé al despacho contiguo. Contemplé absorto la reliquia, la besé, la acaricié con mi mejilla y caí desplomado entre estertores y lágrimas. 

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