
Se dirige a la jaula de los leones para demostrarle cuánto
se equivoca. Ya no tendrá que soportar mas frases de irónica condescendencia.
Por eso no le importa el dolor. Muchos mártires han sido desollados,
desmembrados y comidos antes que él, y son recordados y adorados durante
siglos. Y no tuvieron que hacer nada, solo dejarse llevar. El pasillo lo
conduce hasta una lujosa puerta de Iroko, cuenta hasta diez antes de abrir la
puerta y con su mejor gesto dice: Señores, señor presidente, disculpen el
retraso…
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